“En este caso, la inhibición de las proteasas del virus se produce a través de un mecanismo biocatalítico basado en una hidroxilación selectiva de tirosinas superficiales de proteínas implicadas en la replicación del virus”, explica José Miguel Palomo, investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica (ICP-CSIC), que ha co-dirigido el estudio en colaboración con los investigadores Olga Abián y Adrián Velázquez de la Universidad de Zaragoza.
A partir del ensayo de este método in vitro, los investigadores han demostrado que la tirosinasa del champiñón, y particularmente una isoforma, una variante de la propia enzima, son eficientes a concentraciones micromolares, es decir, una millonésima parte de la masa de las moléculas. Estas inhiben completamente la replicación del virus de la hepatitis C en células hepáticas humanas. De hecho, resalta el investigador, la isoforma presenta una capacidad antiviral hasta diez veces superior a la del fármaco comercial Ribavirina, actualmente empleado en combinación en muchos tratamientos.
El investigador insiste en la gran reducción de costes que supondría la fabricación de un fármaco a partir de las tirosinasas del champiñón, pues los tratamientos actuales cuestan alrededor de los 60.000€ por paciente.
El grupo de investigación busca seguir avanzando y desarrollar ensayos in vivo de este tipo de compuestos para demostrar su potencial como fármaco. Para ello, afirman, se encuentran abiertos a la colaboración con otros grupos de investigación interesados, así como con empresas privadas.
La investigación, ya patentada, sigue adelante con el objetivo de conseguir un fármaco contra la hepatitis C, que en 2019 mató a cerca de 290.000 personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, el grupo de investigación señala que este nuevo mecanismo de inhibición viral de la tirosinasa del champiñón se postula como un agente farmacológico de amplio espectro.