La historia de la vida en la Tierra ha pasado por al menos cinco grandes extinciones masivas, conocidas como las 'cinco grandes', en las que, como poco, tres cuartas partes de todas las especies que existían en el planeta desaparecieron. Todas fueron provocadas por eventos naturales extremos. La más famosa es la que ocurrió hace unos 66 millones de años, cuando el impacto de un enorme meteorito en lo que hoy es la provincia del Yucatán, en México, se llevó por delante a los dinosaurios y a buena parte de su compañía.
Muchos investigadores advierten de que la sexta extinción masiva ya está en marcha, esta vez causada por actividades humanas. Es más, un equipo internacional de biólogos ha publicado en 'Biological Reviews' evidencias que confirman que estamos inmersos en un nuevo episodio catastrófico. En concreto, se han fijado en la disminución de los invertebrados. Teniendo en cuenta solo los caracoles terrestres y las babosas, desde el año 1500 han podido desvanecerse hasta 260.000 especies en la Tierra.
«Las tasas de extinción de especies aumentaron drásticamente y la disminución de la abundancia de muchas poblaciones de animales y plantas está bien documentada, pero algunos niegan que estos fenómenos equivalgan a una extinción masiva», afirma Robert Cowie, autor principal del estudio y profesor en el Centro de Investigación de la Escuela de Ciencias y Tecnologías de los Océanos y la Tierra (SOEST). «Esa negación se basa en una evaluación muy sesgada de la crisis que se centra en los mamíferos y las aves e ignora a los invertebrados, que, por supuesto constituyen la gran mayoría de la biodiversidad», señala.
Es mucho peor en las islas. Al extrapolar las estimaciones obtenidas para los caracoles terrestres y las babosas, Cowie y sus coautores estimaron que desde el año 1500, la Tierra ya podría haber perdido entre el 7,5 y el 13 % de los dos millones de especies conocidas, la asombrosa cifra de 150.000 a 260.000 especies.
«Incluir a los invertebrados fue clave para confirmar que efectivamente estamos presenciando el inicio de la sexta extinción masiva en la historia de la Tierra», asegura Cowie.
Sin embargo, la situación no es la misma en todas partes. Aunque las especies marinas enfrentan amenazas importantes, no hay evidencia de que la crisis esté afectando los océanos en la misma medida que la tierra. Y en tierra firme, las especies insulares, como las de las islas hawaianas, se ven mucho más afectadas que las especies continentales. Además, la tasa de extinción de las plantas parece menor que la de los animales terrestres.
Hay una manipulación a gran escala. Los investigadores apuntan que, como ocurre en otros ámbitos científicos, también hay personas que niegan que la sexta extinción haya comenzado. Además, otros lo aceptan como una trayectoria evolutiva nueva y natural, ya que los humanos son solo otra especie que desempeña su papel en la historia de la Tierra. Algunos incluso consideran que la biodiversidad debe manipularse únicamente en beneficio de la humanidad. «Los humanos son la única especie capaz de manipular la biosfera a gran escala», subraya Cowie. «No somos una especie más que evoluciona frente a las influencias externas. Por el contrario, somos la única especie que tiene una elección consciente con respecto a nuestro futuro y el de la biodiversidad de la Tierra».
Pero, ¿Cómo combatir la crisis? Los autores señalan que no todas las iniciativas de conservación que han tenido éxito para ciertos animales carismáticos pueden dirigirse a todas las especies, y no pueden revertir la tendencia general de extinción de especies. «No obstante -dicen-, es esencial continuar con tales esfuerzos (…) y, de manera crucial, documentar la biodiversidad antes de que desaparezca.
Cowie considera que falta «voluntad política» para solucionar la crisis. «Negar la crisis, aceptarla sin reaccionar o incluso alentarla constituye una derogación de la responsabilidad común de la humanidad y allana el camino para que la Tierra continúe en su triste trayectoria hacia la sexta extinción masiva», asegura.