La mayoría de personas ha escuchado en algún momento de sus vidas que no hay dos copos de nieve iguales. Pero con los incontables e infinitos fragmentos que se producen en cada precipitación, ¿podría ser esto cierto?
Según el químico y experto en cristales Jason Benedict de la
Universidad de Buffalo en Nueva York, la respuesta es sí.
Lo que ocurre es que los copos de nieve están formados por toneladas de moléculas de agua que se unen entre sí, normalmente se forman alrededor de un punto central de polvo o suciedad. Los científicos llaman a este proceso
nucleación.
Su forma fundamental procede de la disposición de las moléculas de agua en el cristal de hielo. Cuando un líquido se congela, las moléculas tienden a colocarse en el estado de menor energía, y eso casi siempre implica alguna forma de simetría.
Los cristales de nieve no son gotas de lluvia congeladas; ya que eso sería técnicamente
aguanieve. Un cristal de nieve aparece cuando el vapor de agua en el aire se convierte directamente en hielo sin convertirse primero en agua líquida. A medida que se condensa más vapor de agua en un cristal de nieve naciente, crece y se desarrolla, y es entonces cuando aparecen sus patrones decorados.
Se puede observar una gran variedad de formas y tamaños. Algunos son simples, pero otros tienen una forma mucho más compleja. Hay copos de nieve que tienen patrones y diseños admirablemente complicados.
Debido a su exposición a diferentes condiciones atmosféricas, se ha llegado a afirmar que todos los copos de nieve son únicos, aunque esto no se haya podido comprobar indiscutiblemente.
La forma que toman estos cristales de hielo a medida que se forman depende de muchos factores como la temperatura, la humedad, la presión del aire, que cambian constantemente a medida que soplan los vientos. Esto hace que la probabilidad de que cada molécula de agua en ese copo de nieve se coloque exactamente en el mismo lugar que otra sea muy improbable.
La temperatura es el factor decisivo para determinar qué tipo de utilidad se le puede dar a la nieve. El investigador Benedict dice que, la nieve ligera y esponjosa, que generalmente es producto de temperaturas muy frías, es perfecta para esquiar, hacer snowboard y andar en trineo porque todas las moléculas de agua se han congelado. Por tanto, dice que las temperaturas más cálidas producen nieve que todavía tiene muchas moléculas de agua líquida, creando nieve más húmeda y pegajosa que permite, por ejemplo, construir increíbles bolas, muñecos y fuertes de nieve.