martes, 14 de diciembre de 2021

EL ANIMAL QUE PERDIÓ LOS GENES NECESARIOS PARA TENER UN CORAZÓN HUMANO

Cuando una persona se zambulle en la playa y traga agua, es muy probable que se haya tragado sin querer un Oikopleura dioica, un animal de apenas tres milímetros que está en abundancia en los mares templados. El equipo del biólogo Cristian Cañestro los cría en su laboratorio de la Universidad de Barcelona, porque es un bicho que esconde muchos secretos sobre qué es en realidad una persona. Estos científicos acaban de revelar que los Oikopleura y sus parientes perdieron “de forma masiva” los genes necesarios para formar un corazón humano, un descubrimiento que suscita numerosas preguntas trascendentales.

El corazón del Oikopleura solo tiene seis células, cuyos latidos mantienen vivo al animal. El singular organismo pertenece a los tunicados, el grupo hermano de los vertebrados. Si se imagina la evolución como una carretera, los tunicados y los vertebrados caminaron juntos hasta que sus pasos se separaron hace unos 500 millones de años. Su ancestro común tenía multitud de genes que hoy son esenciales para formar un corazón humano, pero el análisis genético del Oikopleura muestra una pérdida masiva de estos genes por el camino. Cañestro y su colega Ricard Albalat son especialistas mundiales en investigar la pérdida de genes como motor de la evolución. 

Los investigadores creen que la forma ancestral de los tunicados era sedentaria, fijada al fondo marino, y no un animal nadador como se pensaba hasta ahora. Perder los genes necesarios para poseer un corazón más sofisticado habría permitido al Oikopleura acelerar su desarrollo y disponer en apenas unas horas de un órgano cardiaco sencillo, lo que facilitó su salto a la vida libre, flotando en el océano.

Al contemplar un teléfono del siglo XX, un observador ignorante podría pensar que estos aparatos requieren un cable como característica esencial. Al ver un móvil del siglo XXI, el concepto de teléfono cambia radicalmente. Lo mismo ocurre con los seres vivos. Ver las piezas genéticas que faltan en el Oikopleura permite entender cuáles son las imprescindibles para formar un animal con boca, cerebro y corazón. La tortilla deconstruida de la vida. En esos genes fundamentales podrían esconderse mutaciones que expliquen por qué, por ejemplo, tantos deportistas sufren muerte súbita sin causa conocida, según hipotetiza Cañestro.

 Fuente: El País

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