sábado, 29 de octubre de 2022

LA OXITOCINA PODRÍA ABRIR PUERTAS A LA REGENERACIÓN DEL CORAZÓN HUMANO TRAS UN INFARTO

Un nuevo estudio de Michigan State University, publicado en la revista científica Frontierns in Cell and Development Biology, indica que la oxitocina, un neuropéptido producido en el hipotálamo, podría ser un gran potencial en el ser humano a la hora de ayudar al tejido cardíaco para su regeneración después de una enfermedad cardiovascular.

Esta investigación fue llevada a cabo, en su mayoría, en peces cebra, los cuales son originarios de Asia y conocidos por poder estimular las células maduras del epicardio de su corazón para que se conviertan en células madres capaces de reemplazar las células cardíacas extraviadas durante un infarto. 

Tres días después de sufrir una lesión cardíaca, la expresión del ARN mensajero de la oxitocina de estos peces se multiplica hasta 20 veces más que antes de la enfermedad. Después, esta llega al epicardio y se une al receptor de oxitocina, dando lugar a una cascada molecular. Esta incentiva a las células locales para que se expandan y se conviertan en EpiPCs, células progenitoras derivadas del epicardio, que migran al miocardio y pueden dar punto a cardiomiocitos y células vasculares para reemplazar a las que se habían perdido u obstruido.

Los investigadores explicaron que este fenómeno se debe en gran medida a la proliferación de cardiomiocitos, así como a EpiPCs. 

“Piense en las EpiPC como los albañiles que reparaban las catedrales de Europa en la Edad Media” explica Aitor Aguirre, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad Estatal de Michigan y autor principal del estudio. 

Con esta investigación, los autores demostraron una similitud con el comportamiento de la oxitocina en tejido humano in vitro.

Esta es la única de 14 neurohormonas que estimula los cultivos de células madres pluripotentes, capaces de convertirse en varios tipos de células diferentes (hIPCs), inducidas en el ser humano para que se transformen en EpiPCs hasta el doble de la tasa basal. Con ello se da lugar a un resultado mucho más firme que otras moléculas que anteriormente se demostró que también estimulaban la producción de EpiPCs, pero en ratones.

En cambio, el bloqueo genético de los receptores de oxitocina suprimió la activación regenerativa de las EpiPC humanas en cultivo. 

Con el análisis, también se demostró que el vínculo entre la estimulación de las EpiPC y la oxitocina es la fundamental “vía de señalización de TGF”, conocida por su función de regular el crecimiento, la diferenciación y la migración celular.

A la presencia de estos datos, Aguirre considera factible que la incitación por la oxitocina de la fabricación de EpiPC se conservará evolutivamente en humanos en una tonalidad significativa. 

El próximo paso consistirá en analizar el estado de la oxitocina en las personas después de una lesión cardíaca, pero en esta investigación se muestra que la oxitocina en sí es de corta duración en la circulación, por lo que su efecto en los pacientes podrían verse obstaculizado. 

“Fármacos especialmente diseñados, con vida media más larga o de mayor eficacia, podrían ser útiles en este contexto. Tanto los estudios preclínicos experimentales como los clínicos en pacientes deben seguir desarrollándose en esta área”, concluye Aguirre.  

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