A estas alturas, la ciencia ya nos ha permitido conocer cómo actúan las Venus Atrapamoscas y qué trucos utilizan para alimentarse. Pero, ahora, con la nueva información tenemos acceso a una perspectiva del proceso que antes ni nos imaginábamos. Gracias a esto, sabemos que, luego de que la planta haya atraído a la presa hasta sus fauces, al momento de atraparla a su alrededor se genera un pequeño campo magnético como respuesta al movimiento de la Venus.
Para poder detectar esto, Fabricant, la líder del estudio, y sus colegas trabajaron con sensores de vidrio denominados “magnetómetros atómicos”. Estos son unos de los más novedosos equipos existentes para la medición de campos magnéticos. En la actualidad, fue exactamente gracias a su precisión y adaptabilidad que estos dispositivos colaboraron con la detección de las leves señales magnéticas en las plantas carnívoras.
¿Y para qué sirve esto? Para poner en perspectiva la potencia de los campos magnéticos de las plantas carnívoras, podemos compararlo con aquel que rodea a la Tierra. Este es más de un millón de veces más fuerte que el que rodea a las Venus Atrapamoscas. Con esto en mente, podemos entender que ambos, a pesar de ser campos magnéticos, definitivamente no cumplen las mismas funciones. De hecho, con una intensidad tan baja, las señales magnéticas de las plantas carnívoras no sirven como medios de defensa.
Por este motivo, Fabricant y sus colegas consideran que la generación de estos campos nos es un medio para un fin, sino la consecuencia de un proceso. En pocas palabras, como explicación, plantean que las señales solo se liberan cuando la planta se mueve para atacar a su presa y atraparla entre sus hojas. Para esto, pequeños impulsos eléctricos la instan a movilizarse. Y, justamente, de ellos proviene la energía necesaria para la generación de un leve campo magnético.
Hasta la fecha, al menos otras dos especies de plantas también han mostrado señales de poseer biomagnetismo –la generación de corrientes eléctricas y campos magnéticos en organismos vivos como animales, humanos y también plantas–. Pero esto no evita que el descubrimiento marque una situación altamente particular en el mundo de la flora.Ahora, la siguiente meta de los investigadores es medir otras plantas para poder detectar más campos magnéticos como los de las carnívoras. Incluso, esperan poder aprovechar los avances de la tecnología para detectar y medir hasta señales más débiles que las de este último descubrimiento, de hacerlo, se estaría abriendo camino a todo un nuevo campo de investigación biomagnética en el mundo de las plantas. Un área que, hasta ahora, se ha mantenido casi completamente inexplorada.
Detrás del estudio que ha revelado esta información estuvieron los investigadores alemanes Anne Fabricant, Geoffrey Z. Iwata, Sönke Scherzer, Lykourgos Bougas, Katharina Rolfs, Anna Jodko-Władzińska, Jens Voigt, Rainer Hedrich y Dmitry Budker. En enero, los resultados de su investigación se publicaron en la revista en línea Scientific Reports.