Un mosquito hambriento es capaz de percibir el dióxido de carbono que exhala una persona a 30 metros de distancia. Ahora, una nueva investigación indica que el gas activa su sentido de la vista en busca de los tonos de la piel humana.
"El olor le dice que hay algo por ahí, pero acaba localizándolo con la visión", explica el neurobiólogo de la Universidad de Washington Jeff Riffell, autor principal del estudio publicado en Nature Communications. Tras analizar 1,3 millones de trayectorias de vuelo, su equipo descubrió que ese insecto díptero le atraen colores como el rojo y el naranja claro (que refleja la piel humana de cualquier raza). Sin embargo, pasa de largo ante tonos verdes y azules, aunque solo en presencia de C02.
No es nada sencillo observar a los mosquitos, pues revolotean de aquí para allá en trayectorias al azar. Se les suele estudiar encerrados en cajas pequeñas, pero "distan mucho de ser las condiciones naturales" aclara Riffell. A fin de simular un entorno más realista, su equipo construyó un túnel de viento de un metro de largo donde podían controlar con suma precisión la velocidad del viento, los olores y los estímulos visuales. A lo largo del túnel, 16 cámaras captaban imágenes que una vez unidas plasmaban la trayectoria de vuelo completa de cada mosquito.
Cuando se sueltan ejemplares de Aedes aegypti en el túnel, estos no investigan los objetos de color similar a la piel humana hasta que no se añade el dióxido de carbono. Cuando esto sucede, vuelan en tropel hacia los objetos; si se filtra la luz naranja y roja, la atracción cesa.
En otro experimento, los investigadores introdujeron mutaciones en los fotorreceptores del mosquito para cegar la visión de las longitudes de onda largas, como las de la luz roja. Esto también detuvo su vuelo a los tonos de la piel humana, al igual que las mutaciones del receptor que detecta el CO₂.
«Los mosquitos no poseen un receptor independiente que identifique el rojo», afirma Almut Kelber, biólogo de los sentidos de la Universidad de Lund que no ha participado en el estudio. Parece probable «que vean el naranja, el rojo y el negro como tonos oscuros, y que la elección del rojo sea por defecto, “al no ser ni verde ni azul”».Otros insectos también usan primero el sentido del olfato antes de afinar la vista. Las hembras de la mariposa Papilio xuthus, por ejemplo, «eligen el color en función del olor», explica Kelber. En un entorno de laboratorio sin aromas, se posan preferentemente en los objetos azules. Pero cuando huelen una planta en la que poner los huevos que sirva de alimento para las futuras larvas, se dirigen hacia el verde. Si huelen naranjas o lirios, su preferencia vira al rojo.
Riffell pretende aplicar sus descubrimientos al diseño de trampas antimosquitos más eficaces. Muchas tienen componentes blancos, «y a los mosquitos no les gusta nada ese color».