Desde hace millones de años los lagartos tienen la capacidad de regenerar sus rabos cuando los pierden. Pero estos nuevos miembros no son iguales a los que tienen de nacimiento: en lugar de tener columna espinal y nervios, la nueva estructura es un tubo de cartílago.
Los investigadores de la USC han conseguido un nuevo método para hacer que los rabos de los lagartos enlutados crezcan igual que como lo hacen al nacer y para ello han tenido que echar mano de células embrionarias y la herramienta de edición genética CRISPR. Los resultados de su investigación han sido publicados en detalle por la revista Nature.
Es uno de los únicos casos en los que se ha mejorado significativamente la regeneración de un apéndice mediante una terapia basada en células madre en cualquier reptil, ave o mamífero, y sirve de base para mejorar la cicatrización de las heridas en los seres humanos.
El equipo analizó cómo se forma el rabo de los lagartos durante su gestación y lo comparó a cómo lo hace cuando se regenera ya en edad adulta. Descubrieron que hay una serie de células neuronales del sistema nervioso (NSC) que envían una señal que bloquea la formación de nervios y estructura ósea mientras que fomenta el desarrollo de cartílago.
También observaron que aunque esta señal no se llegue a activar, las NSC adultas no son capaces de generar tejido óseo o nervioso nuevo. Sin embargo, según explican los investigadores, las NSC embrionarias producen esta señal sólo en la región inferior que acabará formando cartílago. Mientras que el lado superior no recibe la señal y empieza a desarrollar tejido esquelético y nervioso.
Los investigadores probaron a implantar este tipo de NSC embrionarias en muñones de rabos de lagarto adulto y comprobaron que éstas respondían a las señales cerebrales y solo permitían la generación de tejidos cartilaginosos.
Entonces decidieron recurrir a herramientas de edición genética CRISPR para que las NSC dejaran de responder a la señal.
Perfeccionar la cola regenerada de un lagarto abre una nueva vía para mejorar la curación de heridas que no se regeneran de forma natural. Para conseguirlo, un equipo de expertos de la USC y la Universidad de Pittsburgh ha analizado cómo las colas de los lagartos se regeneran cuando son adultos y cómo lo hacen durante el desarrollo embrionario.
El resultado fue que los lagartos fueron capaces de regenerar sus colas con el mismo patrón dorsoventral, que tenían al nacer. Es decir, tejido esquelético y nervioso en la parte superior o dorsal, y tejido cartilaginoso en la parte inferior o ventral.
Esta terapia experimental con lagartos abre un nuevo campo de estudio de nuevas terapias para humanos. Los científicos afirman que esta investigación les ha proporcionado una experiencia práctica esencial para conocer cómo mejorar el potencial regenerativo de un organismo.
Fuentes: nature communications, Consalud.es
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