jueves, 17 de febrero de 2022

¿POR QUÉ SOMOS CURIOSOS?

En el ámbito humano la curiosidad es parte de la vida de las personas, es difícil encontrar a alguien que no sea curioso, pero no todas las personas lo son en la misma medida. Esto nos hace preguntarnos por qué somos curiosos.
¿Nos enseñan a serlo?, ¿lo somos por el tipo de educación que recibimos o llevamos algo en nuestros genes y nuestra herencia biológica que nos incita a tratar de conocer incluso lo que no nos concierne? Sin duda, la educación y el ambiente en que nos criamos puede contribuir a que seamos curiosos, pero puede haber algo más y la neurociencia se ha prestado a investigarlo con cierto éxito en ratones de laboratorio.

La científica Margalida Coll del Laboratorio de Psicobiología en la Universidad Autónoma de Barcelona utiliza las piezas de lego como objetos llamativos para estudiar la memoria de reconocimiento en ratas. Al igual que las personas, los roedores son también curiosos y desean conocer incluso aquello que no les concierne o no es de su incumbencia. Cuando las ratas observan algo nuevo en su entorno habitual lo exploran concienzudamente, olfateándolo y tocándolo, pero apenas hacen caso de los objetos viejos que ya conocen.




Mehran Ahmadlou, del University College de Londres, y un amplio grupo de investigadores, han usado el sistema de imágenes de microscopía que mide el calcio de las células. Han descubierto que un grupo de neuronas en una zona del diencéfalo de ratones (zona medial incerta subtalámica) es esencial para su decisión de explorar e investigar un objeto o un congénere nuevo que se introduzca en su jaula. Su descubrimiento fue corroborado mediante la poderosa técnica de optogenética. Gracias a ella pudieron mostrar que, cuando se activan experimentalmente dichas neuronas, los ratones aumentan su conducta exploratoria de objetos nuevos, mientras que cuando se inhiben las conductas exploratorias se reducen, como si los ratones se volvieran menos interesados en la novedad o, por así decirlo, menos curiosos. Sostienen que las neuronas descubiertas son diferentes a las implicadas en otras conductas motivadas, como la de buscar comida. Como efecto positivo colateral, la curiosidad podría haber evolucionado también como un modo de evitar la desagradable sensación del aburrimiento.

Los investigadores, que han publicado su trabajo recientemente en la revista Science.

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