Los anillos de Saturno siempre han estado fascinando a los astrónomos desde que Galileo los descubrió por primera vez en 1610 sin saber qué eran realmente. Sin embargo, el planeta no siempre los tuvo.
A este conjunto perfectamente ordenado, formado mayormente por hielo, principalmente se le considera joven porque surgió hace unos 100 millones de años, teniendo en cuenta que Saturno tiene alrededor de unos 4.500 millones de años, es decir, casi la misma edad que el Sistema Solar. Pero también se le considera joven por su tasa de propagación y velocidad a la que los micrometeoritos oscurecen sus pequeños trozos de hielo. Aunque, aun así, se desconoce por qué se formaron tan recientemente.
Los científicos, a través de numerosas hipótesis, han intentado llegar a un consenso, aunque sin resultado. Pero el pasado jueves, en la revista Science, Jack Wisdom junto a otros muchos investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han utilizado datos de la reciente misión Cassini, nave espacial que orbitó Saturno desde 2004 hasta 2017, para acotar la posibilidad de la destrucción de una antigua luna del planeta como origen de estos anillos.
Según los autores, esta luna, a la que bautizaron como Crisálida (Chrysalis), orbitó al gigante cuerpo celeste durante varios miles de millones de años hasta que debido a una inestabilidad orbital caótica se acercó demasiado. En el encuentro, una parte impactó con el planeta, ocasionándole su inclinación actual de 26,7 grados y su liberación de las ‘garras’ de Neptuno. Otros fragmentos siguieron orbitando hasta descomponerse en pequeños trozos de hielo que tiempo después darían lugar a sus actuales y característicos anillos.
“Como una mariposa que emerge de una crisálida, los anillos de Saturno emergieron del satélite primordial Crisálida” aclaró Wisdom.
Según Ricardo Hueso Alonso, investigador del departamento de Física Aplicada y del Grupo de Ciencias Planetarias de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, esta teoría da paraje a una elegante verificación de los complejos efectos de la gravedad en sistemas planetarios y nos muestra que el Sistema Solar es un sitio variado y sujeto a un permanente cambio.
Para Santiago Pérez Hoyos, también perteneciente al mismo departamento que Hueso Alonso, este modelo encaja con las variaciones orbitales de otros satélites como Titán y con todas las interacciones gravitatorias que Saturno establece con Neptuno. También las estimaciones de masa se ajustan con la idea que tenemos del astro que, al desprenderse, pudo formar los anillos.
Como indica SMC España, aunque esta hipótesis es firme y resiste un primer análisis detallado, se deberá continuar estudiando a fondo tanto los anillos como sus complicadas interacciones gravitacionales que se emergen entre ellos, el planeta, sus numerosos satélites y sus planetas vecinos.
Por el momento, debido a que ninguna misión espacial tendrá como objetivo llegar a Saturno para confirmar la teoría, esta se tendrá que seguir estudiando en tierra firme con cálculos numéricos y observatorios terrestres.
Fuentes: Agencia Sinc, ABC
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