En ese año, el paleontólogo polaco Julian Kulczycki describió peces fósiles de las montañas polacas de la Santa Cruz. Entre estos hallazgos había dos huesos largos y delgados parcialmente rotos que pensó que eran algunas espinas de aleta de aspecto extraño de un pez. La extraña forma de las llamadas espinas le dio al animal su nombre, Alienacanthus.
Pero el nuevo estudio publicado en la revista Royal Society Open Science revela que estas "espinas" eran en realidad una mandíbula inferior inmensamente alargada y tachonada de dientes, lo que le da a esta especie las mordidas inferiores más antiguas (y una de las más largas) jamás registradas, según el estudio.
"Los nuevos hallazgos de Alienacanthus dejan las cosas claras sobre el aspecto real de este animal, ya que no tiene una extraña aleta espinal, sino una mandíbula inferior bastante única", dijo la autora principal del estudio, Melina Jobbins, paleontóloga de la Universidad de Zúrich.
Alienacanthus vivió durante el período Devónico (hace 419 millones a 358,9 millones de años), cuando la Tierra estaba separada en dos supercontinentes. Desde el descubrimiento inicial de Alienacanthus, se han encontrado varios especímenes fósiles en las montañas de lo que hoy es el centro de Polonia y en Marruecos, que estaban situadas en las costas noreste y sur, respectivamente, cuando existían estos antiguos peces. La presencia de la misma especie en ambos extremos de este supercontinente sugiere que el animal migró a través del océano, a pesar de la fluctuación del nivel del mar, escribieron los autores del nuevo estudio en The Conversation.
Alienacanthus es un placodermo, un grupo de peces con armadura que incluye algunos de los primeros vertebrados con mandíbulas. Pero a diferencia de sus hermanos placodermos, su mandíbula superior podía moverse un poco independientemente del cráneo, lo que ayudó a acomodar su larga mandíbula inferior, escribió el equipo en The Conversation. "Este animal es tan único que todo el mecanismo de la mandíbula tuvo que funcionar de manera un poco diferente para adaptarse a la mandíbula inferior", dijo Jobbins.
Los investigadores compararon Alienacanthus con especies modernas con mandíbulas no coincidentes, como el pez espada, para formular tres hipótesis principales sobre cómo estos peces pueden haber capitalizado su mordida inferior: atrapar presas vivas, confundir o herir a las presas, o filtrar sedimentos en la cuenca oceánica.
"La más convincente para nosotros es la primera hipótesis, atrapar presas vivas, que se basa en los dientes". "Los dientes que apuntan hacia atrás impiden que la presa escape de la boca una vez atrapada", dijo Jobbins.
Los investigadores están estudiando ahora Alienacanthus para comprender mejor la mecánica de su mandíbula y el aspecto del resto de su cuerpo.
Fuentes: 20 Minutos, The Conversation
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