Es más, hace unos años se realizó un experimento en el cual se obligó a diferentes mosquitos machos a que probasen la sangre, y, a los pocos días, lo que ocurrió es que empezaron a morir, como si se los hubiese rociado con insecticida. Los mosquitos en cuestión pertenecían a una colección privada que ha sido donada al Museo de Historia Natural de la universidad libanesa.
Este descubrimiento se debe en gran parte al ámbar de Líbano, en el cual se tienen los registros más antiguos de insectos, como por ejemplo la garrapata más antigua conservada hasta día de hoy también se halla en ámbar de Líbano. Y en caso de que en vez de ámbar, hubiesen sido conservados como la mayoría de los fósiles (en rocas laminadas debido a la compresión) no se podría apreciar los detalles con los cuales se ha llegado a la conclusión de que este espécimen macho también era hematófago
Dicha datación de hace 130 millones de años (en el cretácico inferior) convierte a dichos especímenes en los más antiguos en el registro fósil. Al principio se creía que estos especímenes eran de la familia Chaoboridae (mosquitos fantasma), pero has descubierto que se trata de una nueva especie no identificada, de la subfamilia de los Culicidae, a la cual han denominado Libanoculex intermedius.
Dany Azar, científico que pertenece al grupo del descubrimiento, cuenta que los especímenes pertenecían a su colección, que los obtuvo hace 15 años, y que en esa época, confundió la especie debido a la calidad de su microscopio, y que, más adelante, con la cuarentena se dedicó a invertir en tiempo en revisar antiguos especímenes y ordenarlos y se dio cuenta del error con los mosquitos.
En resumen, este descubrimiento genera un gran cambio en el estudio de la evolución de la hematófagia, ya que ahora hay que tener en cuenta también que los machos también han tenido esa capacidad, y habrá que estudiar y encontrar la razón de por qué la perdieron y, sin embargo, las hembras no.
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