Los expertos, cuyo trabajo fue publicado en la revista Science Advances, describen a estos gusanos como criaturas impresionantes que medían alrededor de 30 centímetros, convirtiéndolos en uno de los animales nadadores más grandes de su época. Su nombre, una combinación de 'bestia terrorífica' en latín y 'Kopri', en reconocimiento al Instituto Coreano de Investigación Polar, refleja la magnitud de su impacto en los océanos prehistóricos.
La importancia de este descubrimiento radica en la posibilidad de que estos gusanos depredadores hayan sido pioneros como animales carnívoros en la columna de agua durante el Cámbrico Temprano. Hasta ahora, se había considerado que los artrópodos primitivos, como los anomalocarídidos, eran los depredadores dominantes en esa era, pero el Timorebestia parece desafiar esa creencia.
Los Timorebestia presentaban aletas a ambos lados del cuerpo, largas antenas y estructuras de mandíbula impresionantes. Además, dentro de su sistema digestivo fosilizado, los científicos hallaron restos de un artrópodo nadador llamado Isoxys. Este descubrimiento sugiere la existencia de complejas cadenas alimentarias en los antiguos ecosistemas oceánicos.
Según Jakob Vinther, de la Universidad de Bristol, estos gusanos depredadores podrían haber estado cerca de la cima de la cadena alimentaria, equiparándolos en importancia a algunos de los principales carnívoros modernos, como tiburones y focas. La presencia de Timorebestia junto a los fósiles de gusanos flecha, que son antiguos depredadores oceánicos, sugiere que estos gusanos podrían haber dominado los océanos antes de la ascensión de los artrópodos.
Este descubrimiento también confirma la evolución de los gusanos flecha, ya que se encontraron similitudes en la estructura nerviosa entre Timorebestia y los gusanos flecha vivos. Tae Yoon Park, del Instituto Coreano, destaca que las expediciones en Sirius Passet han revelado una gran diversidad de nuevos organismos, prometiendo más hallazgos que contribuirán a entender cómo eran y evolucionaron los primeros ecosistemas animales.
Fuentes: El Mundo, La Vanguardia
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