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viernes, 25 de noviembre de 2022

¿NUEVA POSIBILIDAD DE PREVENIR LA RECAÍDA DE CÁNCER DE COLON?

En un nuevo estudio publicado en la revista Nature, investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, liderados por Eduard Batlle, identificaron por primera vez células que propagan el cáncer de colon en un proceso denominado metástasis, incluso después de que el tumor primario, normalmente localizado en el colon o recto, haya sido extirpado quirúrgicamente. 

Una condición llamada recaída afecta del 20% al 35% de los pacientes. Esto consiste en la reaparición del cáncer en otros órganos vitales y es producida por la perduración de las células cancerígenas, en el momento de la cirugía, en el pulmón o en el hígado. Además, la metástasis es la causa principal en casi todos los tipos de cáncer, incluido el cáncer de colon. 

El desconocimiento previo de la localización de estas células cancerígenas fue ocasionado a la falta de tratamiento efectivo para poder eliminar la enfermedad residual y prevenir la recurrencia metastásica con mal pronóstico. 

“Comprender y evitar la recurrencia posoperatoria parece ser una necesidad médica no satisfecha. Después de muchos años de investigación sobre el cáncer de colon, hemos dado el primer paso en la prevención de la metástasis en pacientes con enfermedad localizada” manifiesta Batlle, jefe del laboratorio de Cáncer Colorrectal

Los investigadores crearon un nuevo método experimental en ratones que recrea el proceso por el cual los pacientes padecen recaídas y que pasa por las etapas de diagnóstico, tratamiento, cirugía y recaída posterior. Al mismo tiempo, desarrollaron un método para aislar algunas de las células cancerosas que circulan por el cuerpo. 

“Nuestro modelo se parece mucho a la progresión de la enfermedad del paciente, lo que nos permite caracterizar el tumor primario y la dinámica de la enfermedad residual. Examinamos micrometástasis desde 3 o 4 células hasta metástasis medianas e incluso más grandes y describimos cómo se desarrolló cada metástasis medianas e incluso más grandes. A su vez, describimos como se desarrolló cada una durante la progresión de la enfermedad.”  Glosa Adrià Cañellas-Socias, primer autor del estudio e investigador del laboratorio. 

Desde hace algunos años, los expertos ya sabían los diferentes tipos de células tumorales que presenta el cáncer de colon, ejerciendo cada cual una función diferente en el progreso de la enfermedad. Entre las asociaciones de tipos de células que lo componen, los autores identificaron un grupo al que denominaron HRC (High Relapse Cells).

Las demás células muestran poca actividad proliferativa y no tributan al desarrollo del tumor primario. Pero, por el contrario, el grupo HRC tiene la capacidad de desapropiarse del cáncer de colon, ingresar al torrente sanguíneo, llegar al hígado y ocultarse durante un tiempo después de la cirugía. En muestras de pacientes que tienen con este cáncer, los científicos pudieron confirmar la presencia de estas mismas células en aquellos con alto riesgo de una recaída posterior al tratamiento. 

Además, también han confirmado que la eliminación genética de estas células era suficiente para prevenir la metástasis. Esto significa que los ratones que desarrollaron cáncer de colon permanecieron libres de enfermedad después de la cirugía tumoral inicial, sin sufrir recaídas posteriores. 

El equipo también desarrolló una estrategia de tratamiento para atacar específicamente la enfermedad residual y prevenir la recaída. Así, demostraron que las metástasis primarias, cuando aún no son visibles, pueden expelerse mediante tratamiento con inmunoterapia antes de la cirugía. 

“Nuestros resultados revelan por primera vez cómo se comportan las poblaciones de células cancerosas responsables de las recurrencias y los genes que las determinan; además, es una prueba de concepto que ha llevado al desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas para identificar a los pacientes con mayor riesgo de recaída y, en particular, a nuevos tratamientos destinados a erradicar la enfermedad residual” aclara Batlle.

“Pero a su vez, nuestro estudio sugiere una revisión de las guías clínicas para el tratamiento de este tipo de cáncer, ya que la inmunoterapia se recomienda antes de la cirugía en la mayoría de los casos” concluye el mismo.  

Todos estos resultados, confirma el IRB, abren la posibilidad de desarrollar nuevas áreas de investigación. Los investigadores responsables del estudio ahora pondrán su atención en comprender cuándo se activan las células que ingresan al hígado para regenerar tumores con el fin de poder interrumpir este proceso y prevenir la formación de metástasis.

También están realizando investigaciones para comprender que factores afectan la aparición de estas células y por qué su número varía de un paciente a otro. 

viernes, 18 de marzo de 2022

LAS BACTERIAS INTESTINALES Y LA DETECCIÓN PRECOZ DEL CÁNCER DE COLON

El cáncer es una enfermedad muy compleja en la que intervienen muchos factores diferentes. Investigar cómo todos estos elementos confluyen para provocar la afección puede, por tanto, ofrecer la clave para prevenirla, tratarla y detectarla precozmente.

Explorar cuáles son los mecanismos  involucrados en los cambios de la microbiota intestinal en relación con el desarrollo de lesiones tumorales es vital para entenderlos, prevenirlos  y combatirlos. 

Los estudios en modelos de ratones identifican una serie de bacterias cuyas poblaciones se asocian con efectos carcinogénicos, y otras que, por el contrario, parecen ser beneficiosas (probióticas) y que podrían incluso tener propiedades anticarcinógenas.

Lo que señalan es que estas bacterias están presentes, también, en un intestino sano. Lo que sucede es que, en condiciones normales, sus poblaciones son lo bastante reducidas como para que sus efectos sean significativos. En cambio, cuando existe un compromiso de la microbiota (por ejemplo, debido a otras enfermedades o por un uso excesivo de antibióticos), estas especies pueden proliferar y propagarse, estimulando el crecimiento de cáncer colorrectal por diversos mecanismos (como inflamación crónica, daño cromosómico y daño a las células inmunes que protegen frente a los tumores).

Algunas, como Escherichia coli o Campylobacter jejuni, producen toxinas que dañan el epitelio intestinal, produciendo reacciones inflamatorias. Otras, como Streptococcus bovis o Fusobacterium nucleatum, promueven el crecimiento de células tumorales, su invasividad y su resistencia a algunos tratamientos. Ciertas especies, como Peptostreptococcus anaerobius, producen radicales libres capaces de dañar el ADN de las células, provocando en ocasiones mutaciones carcinogénicas. Por el contrario,  las bacterias probióticas pueden tener efectos opuestos, reduciendo las reacciones inflamatorias y eliminando las toxinas y sustancias asociadas al daño celular.

Los estudios sobre los efectos que tienen las distintas especies que conforman la microbiota intestinal pueden tener un efecto directo en la práctica clínica, que mejore las expectativas de las personas con cáncer colorrectal o en riesgo de padecerlo.

El análisis detallado de las poblaciones, por ejemplo, puede permitir identificar un riesgo elevado antes de que se desarrolle la enfermedad, permitiendo la aplicación de terapias preventivas mediante la corrección de desequilibrios. Los trasplantes de bacterias probióticas son una vía prometedora para mejorar el pronóstico de las personas con este tipo de cáncer. Un enfoque desde el que ya se trabaja con un cierto éxito.

Lo que sí que se pone de manifiesto, es la importancia de buscar vías alternativas o complementarias a los tratamientos tradicionales contra el cáncer. Probablemente, no sea posible en el corto plazo encontrar ningún tipo de cura milagrosa o definitiva, dada la complejidad de la enfermedad. Por ello, las estrategias terapéuticas deban ser igual de complejas para poder traducirse en una mejoría real de la calidad de vida y expectativas de las personas con cáncer, sus familias y toda la sociedad.

Fuentes: 20 Minutos, La Vanguardia.

sábado, 12 de marzo de 2022

A MAYOR ESTATURA, MAYOR POSIBILIDAD DE CONTRAER CÁNCER DE COLON

Según el equipo de investigación Johns Hopkins Medicine de Baltimore (Estados Unidos), las personas más altas tienen un riesgo más elevado de cáncer de colon que las más bajas. 

El cáncer colorrectal se origina cuando las células en el colon o el recto se multiplican sin control, para referirnos a este tumor, se suele utilizar el término simple de cáncer de colon. Su edad media de presentación es 70-71 años y la mayoría de los pacientes tienen más de 50 años en el momento del diagnóstico. No hay diferencia de sexos, ya que afecta a hombres y mujeres casi por igual. Se desconocen las causas exactas del cáncer colorrectal, aunque sí se sabe que existen unos factores de riesgo que favorecen su aparición, en concreto, influyen: los factores dietéticos, las enfermedades o condiciones predisponentes (pólipos en el colon o recto, por ejemplo), el cáncer colorrectal previo o los factores genéticos.

Para determinar si la altura alcanzada en la edad adulta se asocia de forma independiente con el riesgo de cáncer colorrectal o adenoma. Los investigadores abordaron la influencia de las características antropométricas en la biología de la neoplasia colorrectal. Para ello, llevaron a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis. Se analizaron los datos de 47 estudios internacionales que incluyeron a más de 280.000 casos de cáncer colorrectal y más de 14.000 casos de pólipos precancerosos (adenomas). También incluyeron los datos de un estudio de Johns Hopkins de más de 1.400 adultos que se sometieron a colonoscopias.

Tras su análisis, encontraron que 33 estudios informaron datos sobre la incidencia de cáncer colorrectal por aumento de 10 centímetros en la altura. En concreto, se asoció a un riesgo un 14 % más alto de cáncer de colon y unas probabilidades un 6 % más altas de adenomas, "los hallazgos sugieren que, en general, los individuos más altos dentro del mayor percentil de estatura tenían un riesgo un 24 % más alto de desarrollar un cáncer colorrectal que los más bajitos dentro del percentil más bajo", explica el coautor del estudio, el doctor Gerard Mullin, profesor asociado de gastroenterología y hepatología. Los investigadores aseguran que es el estudio con estas características más grande realizado hasta la fecha. 

Sin embargo, Mullins advierte de que los hallazgos no prueban causalidad, ni que ser más alto sea un factor de riesgo igual de potente que la edad o la genética, pero sí que refuerza unas asociaciones que se han notado desde hace tiempo entre ser más alto y el riesgo de cáncer de colon.

Es más, los investigadores sugieren que la altura podría ser un factor de riesgo tan importante para el cáncer de colon como los factores del estilo de vida, por ejemplo, fumar, beber alcohol y una dieta rica en carne procesada.

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