El Kevlar es un material altamente resistente que se convirtió en la base de los chalecos antibalas, aunque también en la base de otros revestimientos de protección, salvando innumerables vidas. Aunque no todo de este compuesto químico es fabuloso. Es un material sintético, altamente contaminante y tóxico en los procesos de fabricación, caros y difíciles de reciclar. Para producir el Kevlar se necesita disolver fragmentos de fibras llamadas poliaminas en un disolvente y luego de revolver el líquido para formar la fibra, en un momento dado se forman unos filamentos delgados, opacos y lechosos parecidos a las telas de arañas.
Investigadores de la Universidad de Hudson estudiaron cómo convertir la quitina en un revestimiento de base biológica, biodegradable y de alto impacto para las aplicaciones militares.
La quitina es un hidrato de carbono nitrogenado, de color blanco, insoluble en el agua y en los líquidos orgánicos. Se encuentra en el exoesqueleto de los invertebrados como cangrejos e insectos y en la pared celular de hongos y bacterias. La quitina es el polímero más abundante después de la celulosa. La principal fuente de obtención de este polímero son los desechos de los crustáceos y en los últimos años se ha encontrado un número creciente de aplicaciones en la agricultura, la medicina y el desarrollo de nuevos materiales.
Aunque la investigación tiene como objetivo principal producir recubrimientos multiprotectores para el personal militar, desarrollando una armadura corporal más ligera y resistente, con un revestimiento impreso que pueda protegerlos contra los impactos de proyectiles, láseres, microbios y gas venenoso, también el proyecto podría tener aplicaciones para la industria automovilística, la construcción, entre otras.
Este componente se convierte en quitosano, una fibra menos quebradiza y más fácil de manejar. A pesar de que la mayoría de las veces se extraen de los crustáceos, los investigadores están interesados en desarrollar hongos como fuente de quitosano. Porque permite un proceso de polimerización más consistente y estandarizado para convertir el compuesto en un revestimiento más práctico. Los científicos han estado ajustando la estructura de su superficie atómica para ayudar a que se formen capas funcionales, como un revestimiento duro resistente a los impactos, uno que absorbe el impacto de la energía (como la zona de la deformación de un coche), uno que tiene el gas tóxico usando nanopartículas de carbón y uno para la adherencia.
Fuentes: El Confidencial , Computer Hoy , Xataka
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