Las habilidades para el cálculo y la aritmética no son exclusivas, por mucho que nos pese, de los humanos.
Quizá muchos no conozcan las peripecias aritméticas de las que hacen gala algunas plantas, como es el caso de la venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), una planta carnívora. Desde hace tiempo sabemos que cuando los nutrientes del suelo escasean esta planta se alimenta de insectos y arácnidos. Para ello cuenta con la ayuda de unos pelos sensores ubicados en la superficie de sus hojas con los que es capaz de advertir la presencia de una presa. Sin embargo, un primer contacto con el pelo sensor no es suficiente para cerrar la trampa ya que podría tratarse de una falta alarma y el mecanismo de cierre conlleva un elevado gasto energético que en esos momentos no se puede permitir.
Para evitar el derroche metabólico la planta tiene que contabilizar cuantos pelos sensores se han activado antes de dar la orden de cerrar. Pero esto tampoco es suficiente, ya que esta activación se tiene que producir en un tiempo demasiado largo.
Los científicos observaron que cuando se produce un segundo contacto en menos de treinta segundos el órgano de captura de la venus atrapamoscas se activa y se produce el cerrojazo.
A continuación, se libera jasmonato, una fitohormona de origen lipídico que estimula la producción de enzimas digestivas al tiempo que se inicia la expresión de ciertos transportadores encaminados a captar nutrientes derivados de la digestión.
Llegado este punto, cuantos más sensores se activen (provocados por un intento desesperado por parte de la presa de huir) mayor será el número de enzimas digestivas que se liberen. De alguna forma el recuento matemático desequilibra la balanza coste-beneficio del lado del beneficio.
Otro ejemplo es la planta herbácea Arabidopsis thaliana. Cuando llega la noche, al no poder realizar la fotosíntesis por razones obvias, la planta tiene que utilizar su reserva de hidratos de carbono (almidón) para aportar energía.
Ahora bien, ¿Cómo gestiona la planta, de forma eficaz, el stock de almidón? Al no ocultarse el sol a la misma hora y no levantar la persiana a la misma hora cuando se trata de plantas de interior, dificulta esta gestión.
Tras realizar un estudio se descubrió que todas las plantas consumieron el 95% de los recursos de almidón que habían acumulado durante el día, sin importar la duración de la noche. Esto significa que, de alguna forma, las plantas eran capaces de evaluar la longitud de la noche y controlar el ritmo del consumo a lo largo de la misma.
Los científicos del centro John Innes del Reino Unido están convencidos de que la planta realiza divisiones aritméticas entre dos moléculas, una que bautizaron como "S" (starch, almidón), que les informa de la cantidad de azúcar disponible y otra que denominaron "T" (time, tiempo) que les proporciona información sobre el tiempo que queda hasta la salida del sol.
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