Las bacterias multirresistentes (BMR) se han convertido en una amenaza mortal superior a los accidentes de tráfico, llevándose más de 23.000 vidas anualmente en España. Las infecciones por dichas bacterias, según la OMS, son una de las 10 principales amenazas para la salud pública en todo el mundo. Este alarmante fenómeno se observa a pesar de que, históricamente, los antibióticos han reducido de forma drástica las muertes por infecciones bacterianas. En 2019, estas bacterias que no responden al tratamiento con antibióticos estuvieron presentes en al menos 5 millones de muertes y fueron la causa directa de 1,27 millones de fallecimientos. Para 2050, algunas estimaciones colocan a las BMR como la primera causa global de muerte, algo que hace imperativo instaurar mejores medidas de prevención.
El estudio SEIMC-BMR 2023, con la colaboración de 260 investigadores de 130 hospitales españoles, ha revelado datos preocupantes, como el registro de 2.351 episodios de infección por BMR en solo 14 días. Las infecciones urinarias y las neumonías fueron las más comunes y mortales, respectivamente, con patógenos como el Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM) y el Enterococcus faecium resistente a ampicilina (ERA).Para combatir el problema de las resistencias, desde la SEIMC han enfatizado la importancia de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA). Estos programas trabajan, tanto en el ámbito hospitalario como en el de atención primaria, para optimizar la prescripción de antibióticos, para mejorar el pronóstico de los pacientes que los necesitan, minimizando los efectos adversos y controlando la aparición de resistencias. Este fenómeno se debe a una interacción compleja entre la exposición a los antibióticos y la posterior propagación de estos microorganismos y sus mecanismos de la resistencia. Siendo el objetivo de la PROA la reducción del consumo de los antibióticos un 27 %.
Hasta hace menos de un siglo, una simple infección por estos microorganismos, que ahora se cura con una semana de antibióticos, podía poner en peligro la vida. La llegada de estos antimicrobianos acabó con esta posibilidad, pero las bacterias han seguido evolucionando y adaptándose para resistir a los medicamentos. El uso masivo de antibióticos en granja, la globalización y una falta de interés económico por desarrollar nuevos tratamientos han agravado el peligro de las bacterias resistentes.
Fuentes: El País, National Geographic
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