En 1904, en una charla en el Instituto Pasteur de París, Elie Metchnikoff, uno de los padres de la inmunología moderna, planteó su idea de que el envejecimiento lo provocaban bacterias dañinas que viven en nuestro intestino. Para retrasarlo, recomendaba comer yogur, un alimento con bacterias beneficiosas muy consumido en una región de Bulgaria conocida por la longevidad de sus habitantes.
Desde entonces, lo que se sabe sobre los microbios que tenemos dentro se ha multiplicado y cada vez está más clara su relevancia en la salud humana, pero ese conocimiento aún despierta expectativas excesivas. Los científicos reconocen que todavía se sabe poco sobre cómo aplicar ese conocimiento para mejorar la salud humana. Sin embargo, hay una gran cantidad de compañías que venden test para conocer el microbioma dirigidos a personas con todo tipo de dolencias.
La compañía Synlab, por ejemplo, recomienda su test myBiome a personas con alteraciones digestivas, enfermedades cardiovasculares o fatiga crónica. La prueba, que se realiza a partir de una muestra de heces, se vende por 313 euros a través de su web. El grupo Quirón propone dos tipos de test de microbiota intestinal, uno simple, por 290 euros, y uno completo, por 490, para pacientes con patologías gastrointestinales, incluido el cáncer de colon.
El equipo liderado por Diane Hoffmann, de la Universidad de Maryland (EE UU), señala que “aproximadamente el 45% de las compañías identificadas venden suplementos que las compañías recomiendan a los consumidores a partir de sus resultados. Además, estas compañías animan a repetir los test para determinar si estos suplementos o los cambios en la dieta han modificado el microbioma de los clientes”, añaden.
La falta de validez analítica se observó en que, con la misma muestra, distintos laboratorios ofrecían diferentes resultados, algo que también sucedió cuando se envió la misma muestra al mismo laboratorio. Los autores creen que estas inconsistencias se pueden deber a defectos en la recogida de muestras, en su envío y preservación, diferencias en el software o en las bases de datos empleadas como referencia o por las tecnologías empleadas en los análisis. Además, incluso contando con sistemas que permitan un análisis válido, no hay consenso sobre lo que significa tener la microbiota sana.
Fuentes: El País, El Español
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