viernes, 24 de mayo de 2024

AMENAZA LATENTE EN EL ÁRTICO

El cambio climático está liberando antiguos virus conservados en los hielos del Ártico, lo que podría desencadenar nuevas pandemias. A medida que las temperaturas globales aumentan, el deshielo del permafrost ártico libera microorganismos que han estado atrapados durante milenios. Estos patógenos podrían infectar a nuevos huéspedes, incluyendo animales y humanos, cuyos sistemas inmunológicos no están preparados para enfrentarlos, creando un escenario perfecto para una pandemia similar a la de COVID-19.

Investigaciones recientes en el lago Hazen, en el norte de Canadá, han revelado que el deshielo de los glaciares incrementa el riesgo de 'derrame de patógenos'. Este fenómeno ocurre cuando virus liberados del hielo infectan nuevos organismos. Los análisis genéticos de los sedimentos del lago han demostrado que los virus y sus posibles huéspedes presentan genealogías distintas, lo que indica que los virus podrían saltar de una especie a otra y potencialmente infectar a humanos.

El Ártico se ha calentado cuatro veces más rápido que el resto del planeta, lo que aumenta la probabilidad de que virus congelados desde hace miles de años se reactiven. Este peligro no es meramente teórico: en 2016, un brote de ántrax en Siberia, atribuido a un reno infectado hace 75 años, demostró la realidad de estas amenazas. Además, científicos han reactivado virus de 30,000 años de antigüedad del permafrost siberiano y descubierto nuevos virus en el hielo de la meseta tibetana.

El cambio climático y la explotación desmedida de la biosfera facilitan la aparición de pandemias al acercar a los humanos a virus y bacterias desconocidos. La ‘vuelta a la vida’ de estos microorganismos preservados en el hielo es una amenaza real y creciente, que puede resultar en graves consecuencias para la salud global.

El calentamiento global podría poner a los virus del Ártico en contacto con nuevos entornos y huéspedes, lo que aumentaría el riesgo de "propagación viral", según investigaciones recientes. Estos virus necesitan huéspedes como humanos, animales, plantas u hongos para replicarse y propagarse, y podrían saltar a especies nuevas que carecen de inmunidad, como se vio durante la pandemia de COVID-19.

El análisis del ADN y ARN de los sedimentos del lago Hazen ha revelado diferencias significativas en los árboles genealógicos de virus y huéspedes, lo que sugiere un alto riesgo de contagio viral. El deshielo deposita más sedimentos en el lago, reuniendo a huéspedes y virus que normalmente no se encontrarían, aumentando así las posibilidades de nuevas infecciones.

Aunque los investigadores no predicen una pandemia inmediata, advierten que el cambio climático podría aumentar los riesgos si nuevos huéspedes se desplazan a estas regiones. La vigilancia y la investigación continuas en el Ártico son cruciales para comprender y mitigar estos riesgos, dado el potencial imprevisible y peligroso de la propagación viral.

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