Cuando un ser vivo fallece, una gran cantidad de microorganismos comienza a dar cuenta de los restos. Muchos de ellos, como el ántrax, empleado como arma biológica, son tóxicos para otros seres vivos, pero no para los buitres. Estas aves, aplican todo tipo de artimañas para aprovechar la energía de los muertos. Entre otras cosas, para penetrar en los cuerpos de grandes mamíferos, acceden a través de orificios naturales, en particular del ano. Esto los expone además a otra serie de bacterias peligrosas (además de las que están en la carne podrida): aquellas que están en la materia fecal del animal muerto, como la Clostridia o las Fusobacterias, que son tóxicas para la mayoría de los vertebrados.
Un análisis genético de los microorganismos que se encuentran en el intestino de los buitres registró que los dos tipos de bacterias peligrosas eran abundantes. Además, los autores, liderados desde las universidades danesas de Aahrus y Copenhague, observaron que frente a lo que suele suceder con otros vertebrados, la diversidad de los microbios que se encontraron en la cara de los animales era mucho menor que la del intestino. Esto se explicaría porque los buitres cuentan con un sistema de filtrado y un hábitat intestinal que tiene preferencia por las bacterias que suelen ser tóxicas y no deja pasar otros muchos microorganismos que viven en perfecta armonía con otras especies, como la nuestra.
Específicamente, hallaron 528 tipos de bacteria en la cara y sólo 76 en el intestino de los buitres. Esto quiere decir que durante el proceso digestivo, los buitres matan la mayoría de microbios que consumen. Los que sobreviven dentro del intestino, son los que causan más problemas para el ser humano.
El aparato digestivo de los buitres presenta una acidez muy fuerte. Tiene dos tipos de bacteria que lo convierten en uno de los más duros del planeta, y esto podría explicar por qué logran sobrevivir pese a los gérmenes que ingieren. "Sus estómagos son ambientes muy fuertes, fríen todo lo que pasa por allí", dice Hansen. "Incluso el ADN de la presa no pasa". En opinión de Gary Graves, coautor del estudio y curador de aves del Museo de Historia Natural Smithsonian, en Estados Unidos, "la gente por lo general no reconoce el enorme servicio al ecosistema que ofrecen los buitres para los seres humanos". "Son como un sistema sanitario móvil y gratuito. Consumen y se deshacen de millones de kilos de carne podrida que podrían ser una amenaza para la salud pública".En realidad, el pacto entre microorganismos y buitres no es tan extraño. Se trata de un acuerdo entre dos seres vivos con funciones bastante parecidas. Aunque hay otras aves, como las águilas, que son carroñeras, no se alimentan de cadáveres tan deteriorados. "Una oveja que lleva muerta una semana, prácticamente solo la pueden eliminar del campo los microorganismos o los buitres", afirma Javier de la Puente, técnico de la ONG SEO/Bird Life. La labor de los buitres, que según esta organización consumirían anualmente unas 10.000 toneladas de carroña solo en España, evitaría gasto de recogida, transporte e incineración de cadáveres y evitaría enviar a la atmósfera 193.000 toneladas de CO2.