Al igual que en otros cefalópodos su maduración sexual está controlada por unas hormonas que se producen en una glándula del cerebro llamada glándula óptica.
Esta glándula guarda información sobre el crecimiento del animal, la temperatura y otros factores ambientales y las reservas corporales de tal manera que puede detectar cual es le mejor momento para la maduración sexual y para depositar los huevos.
Se ha descubierto que esta maduración está muy relacionada con el apetito, de tal forma que la hembra cuando deja los huevos pierde el apetito y deja de alimentarse, por lo que muere por inanición casi a la vez de dejar de cuidar la puesta de huevos.
Los machos también mueren al año, tras la producción del esperma que guardan en unas cápsulas llamadas espermatóforos. Estas cápsulas se las transfiere a la hembra a través de su tercer brazo derecho modificado llamado hectocótilo y son depositadas en la glándula oviductal de la hembra hasta que se den las condiciones adecuadas para la reproducción.
El autor del artículo que trabaja en el Instituto Español de Oceanografía ha observado mediante estudios genéticos que la hembra puede almacenar espermatóforos de distintos machos durante varios meses esperando el momento adecuado para la puesta, por lo que cada puesta tendrá varios padres.
La hembra presenta un comportamiento en el cuidado de los huevos que no es muy común en el reino animal, cuelga cientos de miles de huevos en alguna cavidad oscura en forma de racimo, en el interior de rocas e incluso en trampas para pulpos y durante varias semanas los protege de posibles depredadores, con su movimiento y chorros de aire les da ventilación, a la vez que los limpia con las ventosas. Este proceso de cuidado de los huevos se ha conseguido reproducir en el laboratorio lo cual es muy útil para una futura reproducción en cautividad. La temperatura del agua se ha visto que es fundamental tanto para la duración del desarrollo embrionario como para su calidad es por ello que los aumentos de temperatura por el cambio climático afectan a la calidad de la puesta.Al eclosionar los huevos, miles de paralarvas se trasladan con las corrientes marinas hasta sus asentamientos finales, ayudándose de unas mandíbulas con dientes que les sirven para cazar, ya que son "huérfanos" y tienen que sobrevivir por si mismas.
El Instituto Español de Oceanografía de Vigo y Tenerife está investigando sobre las condiciones ambientales adecuadas para la reproducción y cría del pulpo en cautividad, debido al alto interés como producto de consumo y para evitar esquilmar las poblaciones salvajes. Las mayores dificultades las están encontrando en las primeras fases de vida, para conseguir que las paralarvas tengas una alimentación y nutrición adecuadas.
La sostenibilidad del medio ambiente acuático pasa por un desarrollo de la acuicultura en la que se tenga en cuenta el bienestar animal.
Fuentes: The conversation, El mostrador