Un equipo de investigadores del
CSIC ha mostrado que una proteína denominada LRP3, poco conocida, controla los niveles de
beta amiloide, la proteína que se acumula en el cerebro de las personas con alzhéimer formando las placas que caracterizan a esta enfermedad. Esta proteína podría ser una nueva diana terapéutica y una vía hasta ahora inexplorada de investigación en alzhéimer. Los detalles de la investigación se publican en la revista
Alzheimer's Research & Therapy. Cada año se diagnostican en España unos 40.000 nuevos casos de alzhéimer, la principal causa de demencia y discapacidad en personas mayores en todo el mundo.
“Cuando estudiamos la función de LRP3, de la que apenas se conocía nada hasta ahora, descubrimos que influye mucho sobre los niveles de la proteína precursora de beta-amiloide (
APP, por sus siglas en inglés)”, señala Inmaculada Cuchillo Ibáñez, investigadora del grupo Mecanismos moleculares alterados en la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, que dirige Javier Sáez Valero, en el
Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, en Alicante.
“La proteína APP recibe este nombre porque contiene una proteína muy pequeñita, la β-amiloide, que es el principal componente de las placas que se encuentran en abundancia en el cerebro de las personas con la enfermedad de Alzheimer. La proteína LRP3 sería un factor beneficioso, y como es capaz de controlar los niveles de
APP y de β-amiloide, podría ser una nueva diana terapéutica y una vía hasta ahora inexplorada de investigación en Alzheimer” precisa la Dra. Cuchillo.
La investigación, que se ha llevado a cabo con muestras humanas de corteza frontal procedentes del Banco de tejidos del
Instituto de Neuropatología del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), analizó la expresión de LRP3 en personas de mediana edad sanas y con enfermedad de Alzheimer.
“Vimos que en los cerebros de pacientes de alzhéimer los niveles de la proteína LRP3 estaban disminuidos al comienzo de la neurodegeneración. Es decir, que podían perder este papel protector del LRP3 respecto a los niveles de β-amiloide al comienzo de la demencia, y esto podría ser un lastre durante el desarrollo de la enfermedad, porque ya desde el principio se pierde la capacidad de disminuir los niveles de la β-amiloide y, por tanto, de controlar la presencia de placas seniles en el cerebro”, señala la investigadora.
La proteína LRP3 es un receptor capaz de unir una proteína llamada
apoE. El gen que expresa apoE está muy relacionado con la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío (comienzo después de los 65 años). La proteína apoE tiene tres formas: apoE2 (la menos común en humanos), que reduce el riesgo de padecer alzhéimer; apoE3, la forma más común, que no parece incidir en el riesgo de padecer la enfermedad; y apoE4, que se asocia con un elevado riesgo de sufrir alzhéimer.
Los investigadores han descubierto también que apoER2, otro receptor que, al igual que LRP3, se encuentra en la membrana de las neuronas, favorece el aumento de niveles de LRP3 y, por tanto, su papel como regulador de la formación de placas amiloides en el cerebro. ApoER2 y LRP3 pertenecen a una misma familia de receptores de lipoproteínas de baja densidad (
LDL), que median la captación de lipoproteínas y han sido estudiados clásicamente por su papel en el transporte y el metabolismo del colesterol. Se sabe que los miembros de la familia de receptores
LDL están implicados en la regulación de la plasticidad sináptica y en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer como receptores de la apolipoproteína E (ApoE).
Con la identificación de la función presumiblemente neuroprotectora de LRP3, llevada a cabo por los investigadores del Instituto de Neurociencias, se abre una nueva vía de investigación hasta ahora desconocida que puede llevar al descubrimiento de nuevas dianas terapéuticas más efectivas para lograr modificar o frenar el curso de la enfermedad de Alzheimer, un importante objetivo hasta ahora no alcanzado.