Después de los periodos de exposición a la radiación, los investigadores utilizaron detectores de pistas nucleares y dosimetría termoluminiscente para medir cuánta radiación habían absorbido las muestras y realizar diversas pruebas para evaluar el daño del ADN en los núcleos de los espermatozoides. Sorprendentemente, descubrieron que la radiación no había causado daño en el ADN de los espermatozoides de los ratones liofilizados.
El siguiente paso fue rehidratar los espermatozoides y luego inyectarlos en ovarios frescos para producir crías de ratón. Los científicos llamaron a estas crías “crías espaciales” y, para su sorpresa, resultaron ser saludables y sin diferencias genéticas en comparación con los ratones control.
Wakayama explicó que aunque se creía que los mamíferos no podían entrar en un estado anhidrobiótico, los investigadores habían demostrado que, a partir de los cadáveres o cuerpos congelados de algunas especies, es posible rescatar los núcleos de sus células somáticas para trasplantarlos en ovocitos vivos y producir una descendencia clonada. Este resultado es muy prometedor en términos de la conservación de especies en peligro de extinción y la producción de crías saludables de animales que mueren en cautiverio.
El experimento también tiene implicaciones importantes para la colonización del espacio, ya que sugiere que es posible enviar células reproductivas de mamíferos al espacio para que se desarrollen y se conviertan en crías saludables. Esto podría ser especialmente útil para la creación de colonias en otros planetas, donde la falta de aire, agua y comida fresca es un problema grave.