Un estudio realizado en el Hospital Ren Ji de Shanghái y liderado por el investigador de medicina reproductiva Yanchang Wei permitió desarrollar un embarazo a partir de un óvulo sin fecundar. Lo consiguió efectuando cambios químicos en las letras del código del ADN. Estos cambios permiten activar o desactivar ciertos genes. De esta forma, el óvulo pasó de ser una sola célula a un blastocito de 140 células.
Se implantaron 192 embriones en varias hembras, de las cuales solamente una dio a luz a un ratón sano que sobrevivió. Este ratón consiguió llegar a la edad adulta y reproducirse.
Los investigadores aseguran que esta técnica podría perfeccionarse, lo que abriría muchas posibilidades tanto en agricultura, ganadería, medicina e investigación.
En 2004 se realizó un estudio similar, del cual nació Kaguya. No se utilizó ni esperma ni relaciones sexuales.
Se usaron dos óvulos, uno funcionaba como óvulo real, mientras que el otro imitaba la aportación genética del espermatozoide, por lo que el ratón tendría 2 madres.
A pesar de que parezca que estas investigaciones abren la puerta a la reproducción sin participación alguna del padre, los científicos advierten que dadas las importantes lagunas de conocimiento en que aún están envueltas esas señales de los genes y su regulación, la participación de los machos en la reproducción seguirá siendo necesaria.
“Es impensable generar un bebé humano así. Los autores han hecho un paso extremadamente importante para entender por qué los mamíferos solo se pueden reproducir sexualmente”.
Fuentes: El País, La Vanguardia