En nuestro organismo habitan de forma natural billones de bacterias y otros microorganismos, imprescindibles para vivir, que son conocidos como microbioma y que podrían ser la causa de las diferencias entre los individuos en cuestiones de salud, mortalidad y esperanza de vida.
Los genes, el iris o las huellas dactilares son únicas para cada persona. Sin embargo, estudios recientes hablan del microbioma como forma de identificación infalible, ya que cada persona tiene su propio ecosistema de microorganismos, que permite dar información sobre nuestra dieta, nuestra edad, el lugar donde vivimos o las enfermedades que padecemos, y eso incluso después de pasado un tiempo.
El microbioma, por tanto, es característico de cada persona y situación. Su composición puede verse alterada según la alimentación, la edad, el estado de salud, etc., pero, aunque cambie el número de bacterias, la composición genética de este ecosistema siempre permanece. De esta forma, diversas investigaciones hablan del microbioma como un nuevo "carnet de identidad", ya que, aunque existen numerosos aspectos que se repiten entre individuos, las diferencias existentes son suficientes para caracterizar a cada persona.
Por tanto, se puede afirmar que cada persona tiene una composición microbiana única, y que esta se puede ver influida por diversos factores.
En primer lugar, la información genética que heredamos de nuestros padres y abuelos determina el fenotipo inmunológico o la presencia de diversos compuestos en las mucosas, que condicionan qué tipo de microorganismos podrán vivir en nuestro organismo y cuáles no.
Otro elemento que va a determinar qué especies proliferarán en nuestro cuerpo y cuáles no, es el entorno donde vivimos, que incluye factores como la alimentación, el nivel de actividad física, la exposición a microbios ambientales o el uso de antibióticos.Además, el microbioma puede experimentar cambios significativos o desequilibrios, según las condiciones de salud y enfermedad del individuo, que pueden afectar a la diversidad y a la abundancia de estos microorganismos.
Por todo ello, las investigaciones recientes sobre este tema han sugerido utilizar la huella microbiana como forma de identificación, biológicamente hablando. Sin embargo, aún estamos lejos de que esto ocurra, ya que se plantean algunos retos.
Uno de ellos es la variabilidad del microbioma de cada individuo. Al estar influidos por múltiples factores, aún no se ha podido establecer un patrón que permita la identificación.
Del mismo modo, aún no se ha podido establecer un método universalmente aceptado para analizar el microbioma, lo cual complica la tarea de reproducir y comparar los resultados.
Lo que sí está claro es que el microbioma interviene en la digestión y el metabolismo, tiene funciones defensivas, producen antibióticos naturales, generan sustancias anticancerígenas e intervienen en el envejecimiento de las personas.
Quizás, en un futuro no muy lejano, seamos capaces de identificar personas, predecir enfermedades y definir tratamientos a medida basándonos en este nuevo "carnet de identidad" microbiano.
Fuentes: The Conversation, Gut Microbiota For Health