Ya son 37 años del desastre nuclear que ocurrió Chernóbil en 1986, el cual causó cánceres en miles de personas de una zona muy poblada. Aunque también siguieron viviendo animales en la zona, los que mejor sobrevivieron fueron las plantas. De hecho, en las zonas más afectadas se recuperaron en tres años.
Si una dosis de radiación es alta, causa que las células se mueran rápidamente y el ADN se confunde y se daña. Estas dosis son letales en animales, pero en las plantas no, porque se desarrollan con el tiempo. Esto se debe a que las células vegetales pueden crear todo tipo de nuevas células que necesite la planta, por lo que es muy fácil reemplazar células o tejidos muertos.
La radiación también puede crear tumores, pero estos no se extienden a otras partes de la planta por las paredes rígidas que protegen la célula. También hay plantas que utilizan mecanismos varios para proteger el ADN, uno de ellos es cambiar su química para que sea más resistente y activar los sistemas para la reparación en caso de no funcionar lo primero.
Aun con todos estos sistemas de defensa, hay una parte de Chernóbil en la que la flora no aguantó la radiación al principio. Estoy hablando del Bosque rojo, el cual está cerca de la central y en donde la flora se volvió de color rojo y murió.